Éramos pocos y parió la abuela, afirma la expresión popular ante aquellas situaciones en las que uno descubre que siempre puede haber algo peor.
Pues bien, la que hoy vamos a relatar en estos Pasacalles de Gargantua es una de esas ocasiones.
Resulta que uno se pone tan ricamente a desayunar por la mañana - un nutritivo café con leche acompañado de su pertinente croissant a la plancha - y, mientras lee el periódico, se entera de que sobre su cabeza, con nocturnidad y alevosía, se están paseando unos pajarracos de mal agüero, cargados de misíles y bombas con destino a Bagdag.
El titular del periódico el País nos anunciaba:
"Los B-52 que bombardearon Bagdag repostaron en vuelo sobre Bilbao, Pamplona y Barcelona".
Al parecer ocho de estos bombarderos B-52 Stratofortress, popularmente conocidos como "fortalezas volantes", se pasearon sobre nuestras cabezas el pasado viernes, cargaditos de "regalos" para la población iraquí. Según los entendidos transportaban unas 30 toneladas de carga entre bombas y misíles, destinados a "Impactar y provocar Pavor" al régimen de Sadam (me gustaría conocer a los creativos que suelen discurrir nombres tan ingeniosos como ese de operación "Impacto y Pavor" o el de "Consternación y no recuerdo bien que otra chorrada").
El caso es que, durante la tarde del viernes, Bilbao estuvo viendo su espacio aéreo transitado por estos ángeles de la muerte y por cinco aviones cisterna KC-135, sin que nosotros, ilustres y nobles villanos, tuviésemos la menor noticia de ello.
Según cuentan las fuentes del País, la escuadrilla estaba formada por ocho de estas máquinas de arrasar, llegando a la vertical de Bilbao a eso de las 13 horas. El último de los B-52 lo haría media hora más tarde, prosiguiendo su ruta por la aereovía civil que atraviesa la península de norte a noreste, sobrevolando Iruña y Barcelona. Los bombarderos, que tardaron aproximadamente una hora en recorrer los 500 kilómetros que separan Bilbao de Barcelona, volaron a una altitud de 23.000 - 26.000 pies (entre 6.900 y 7.800 metros). Con una velocidad de navegación media de 480 nudos (828 kilómetros por hora) a eso de las siete de la tarde estaban ya sobre Bagdag descargando su acumulación de pavor y consternación.
Lo más interesante de esta historia es que los aparatos de marras salieron con poco fuel en sus depósitos, lo que según los entendidos les permitió cargar más petardos en sus bodegas pero les obligó a tener que reabastecerse antes en vuelo de los 118.000 litros de fuel que transportaban cada uno de los KC-135 que les acompañaron.
Tal parece que los muchachos de la Fuerza Aérea de EEUU estaban apurados con eso de ir a soltar cuanto antes su carga y, en lugar de bordear la Península y reabastecerse sobre el Atlántico o el Mediterráneo, decidieron que era mucho más cómodo atravesar núcleos densamente poblados y rellenar sus depósitos, con el peligro que este tipo de maniobras acarrea, sobre zonas pobladas (algo que no se le permite hacer habitualmente a los aviones del ejército español).
De cualquier modo, no debemos preocuparnos. Según el portavoz del Ministerio de Defensa consultado, que seguro que de estas cosas sabe un huevo: "Oficialmente los B-52 no hicieron reabastecimiento sobre territorio español".
¿A que no les tranquiliza demasiado?
Por mi parte, considero que no estaría de más que los alcaldes de los ayuntamientos implicados solicitasen una explicación oficial, en toda regla, de esta actuación y que, de paso, hiciesen una declaración conjunta de "Municipios con espacio aéreo desmilitarizado". Seguro que no vale para nada pero que no sea por no decirlo.
Fuente: España - Guerra en Irak / El País. Domingo, 23 de Marzo de 2003. Basado en un artículo de Miguel González.
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