Hacía tiempo que venía retrasando la apertura de estos
Pasacalles de Gargantua; relatos que no tienen otra pretensión intelectual más que la de realizar una crónica, basada su selección mayormente en el talante de un servidor, de las Historias que acontecieron y acontecen por la Villa de Bilbao - de las que aún han de acontecer obviamente, como bien sabe cualquier mente sensata, no respondo ni dispongo.
La de hoy, sin embargo, no deja de ser una situación especial. Y cuando digo especial no lo digo por extraña, pues desgraciadamente continúa siendo habitual entre los hombres el empleo de la violencia, encaminada a la eliminación de aquellos otros homínidos con quienes disputamos ideas, recursos o, inclusive, gratificación sexual. Digo, sencillamente, que la de hoy es extraordinaria porque, afortunadamente, no todos los días se inicia una guerra.
La crónica de este primer pasacalles nace,
por consiguiente,
bajo la sombra de las alas
del águila carnicera
y,
aunque se abata la muerte
sobre las calles de una ciudad lejana,
tantas veces lo hizo antes
sobre esta
que no puedo pasar
sin dejar
constancia
de que en Bilbao también
nos manifestamos
en contra de la guerra
y
de los tiranos.
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