Todo aquel que sea de Bilbao o de sus alrededores -es decir, cualquiera- y que haya tenido la suerte de recalar en nuestra Villa, sabe a ciencia cierta que a los bilbaínos nos gusta hacer todo a lo grande y manifestarlo, siempre que sea posible, aún de forma mayor si cabe.
En este sentido, es célebre la anécdota aquella del bilbaíno que, habiendo necesitado un plano de su ciudad, se personó en una librería y le pidió "timplau, timplau" al librero un
MAPAMUNDI de BILBAO. Tampoco es menos "selebrada" la respuesta que, al parecer, le dió el librero, quien debía de ser otro digno hijo de la Villa de Don Diego: "¿Y qué lo quiere, de la margen derecha o de la izquierda?", en clara referencia a la división geográfica y social que tradicionalmente se ha seguido de la muga trazada por el
Ibaizabal, el
Nervión o, sencillamente, nuestra querida
Ría bilbaína, que de los tres modos se le conoce y es lícito nombrarla.
Una de mis conciudadanas, una bilbaína que se hace conocer en estos ambientes blogueros por el sobrenombre de Jaio, me ha recordado, con uno de sus comentarios en los
Pasacalles de Gargantua -los albergados en
Blogalia-, aquella canción verbenera que, cuando éramos chavales, recuerdo haber cantado descompasadamente "cienes y cienes de veses" hasta reventar la garganta y los tímpanos ajenos.
"Bilbao es tan pequeño que no viene en el mapa, pero bebiendo vino nos conoce hasta el Papa", entonaba la turbamulta al ritmo de la charanga y del iniciático zurrakapote -genuíno saltaparapetos, del que otro día daremos la receta y desgraciadamente desbancado por esas otras bebidas que, como el Kalimotxo, nos han sido subrepticiamente impuestas por las multinacionales y sus usos universalizantes y de poco fuste.
"Bat, bi, hiru, lau, batbihirulau, bost, sei, zazpi, bostseizazpi, Euskal Herri, irabazi, irabazi, aurrera", proseguía el canto, mientras la bulla iba in crescendo, al compás de los saltos de la sudorosa y alcoholizada marea humana.
- "Gargantúa... Bilbao es grande, muy grande pero no tanto como para no encontrarnos nunca ¿no?. Haga usted el favor...", me decía el otro día Jaio en su comentario y yo, en mi modestia natural de buen bilbaíno, debo darle la razón porque
Bilbao es, sencillamente, como dirían los "
Tremendos de Kanala", cuyas aventuras tan costumbristamente nos narrase Juan Irigoyen,
¡Tremendo!, tanto en su forma como en sus límites y en los modos que profesan sus villanos pero ilustres hijos.
Muchos de nosotros recordaremos, en este sentido, a algún compañero de colegio o escuela a quien al preguntarle el maestro por el Océano Atlántico respondía sin pestañear siquiera: "Océano situado entre África, Europa y América, y que desemboca en el
Nervión".
Precisamente, en la novela de Juan Bas, comentada hace poco ya en estos Pasacalles e intitulada "
Alacranes en su tinta", el bar de postín, en el que se desarrolla la trama final, no lleva otro nombre mas que el del famoso
Mapamundi de Bilbao.
Pero centrémonos en el tema.
¿Cuantos de ustedes, además del Papa tras beber vino, conocen ya Bilbao? ¿Y su Mapamundi?
Para que los responsables del área de turismo de nuestra villa no me echen en cara que desde estos Pasacalles no se hace lo posible por dar a conocer nuestra urbe voy a regalarles hoy la vista y el intelecto con la versión oficial de nuestro Mapamundi.
Quede con él, de paso, inaugurada la sección destinada a recoger algunas de nuestras
Chirenadas.
Por cierto Jaio, ¡no desesperes! No hay nada que pueda impedir el que nos acabemos encontrando y conociendo.
Bien sabes que los bilbaínos, con eso de nacer donde nos da la gana, tenemos fácil el toparnos con otros bilbaínos, incluso allá lejos, en el confin y el sinfín del mundo (poseo algunas experiencias muy surrealistas al respecto). Así que, iremos buscando una buena mesa, bien avituallada, en torno a la que sentarnos y departir amigablemente.