Bilbao, la noche. Los estorninos de la plaza de Arriquíbar acribillan el silencio del centro. El rumor aumenta conforme avanzamos hacia el pasaje. Enfrente camina la horda. Galerías Urquijo, con su corolario en forma de karaoke en Alcalde Uhagón o en Arriquíbar. Galerías de Zorroza, Galerías de Deusto, Galerías Isalo, entre Licenciado Poza y Ercilla, donde un comercio vende peluches de los terribles dioses Nyarlathotep y Cthulhu. Tiempos blasfemos en que tiemblan las costuras de la ciudad. "De los primeros engendros, escrito está que esperan siempre al umbral de la entrada", advierte Abdul Alhazred sobre esta amenaza, y no hay día en que no miremos con un escalofrío dónde se ubicarán esas puertas que no conocen tiempo ni lugar. En las casas leprosas de la plaza de la Cantera, en los túneles perdidos de Mallona, en las escaleras negras de las Ollerías Altas, en los arcos cegados del cementerio de Begoña, en la vaguada salvaje de Dolaretxe, ocultas en las galerías que horadan la ciudad. Dice el Necronomicón: "mas sy ome alguno dixere la Palavra prohibida avrirá allí mesmo una Entrada". La enumeración es demasiado terrorífica.
Fuente: La Pista / El Correo. Jueves, 11 de Septiembre de 2003. Artículo de Ciro Galante, que ingresa meritoriamente entre los
Vuelos cortos de un txinbo.
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