> El Mapamundi de Bilbao <
Todo aquel que sea de Bilbao o de sus alrededores -es decir, cualquiera- y que haya tenido la suerte de recalar en nuestra Villa, sabe a ciencia cierta que a los bilbaínos nos gusta hacer todo a lo grande y manifestarlo, siempre que sea posible, aún de forma mayor si cabe.
En este sentido, es célebre la anécdota aquella del bilbaíno que, habiendo necesitado un plano de su ciudad, se personó en una librería y le pidió "timplau, timplau" al librero un MAPAMUNDI de BILBAO. Tampoco es menos "selebrada" la respuesta que, al parecer, le dió el librero, quien debía de ser otro digno hijo de la Villa de Don Diego: "¿Y qué lo quiere, de la margen derecha o de la izquierda?", en clara referencia a la división geográfica y social que tradicionalmente se ha seguido de la muga trazada por el Ibaizabal, el Nervión o, sencillamente, nuestra querida Ría bilbaína, que de los tres modos se le conoce y es lícito nombrarla.
Una de mis conciudadanas, una bilbaína que se hace conocer en estos ambientes blogueros por el sobrenombre de Jaio, me ha recordado, con uno de sus comentarios en los Pasacalles de Gargantua -los albergados en Blogalia-, aquella canción verbenera que, cuando éramos chavales, recuerdo haber cantado descompasadamente "cienes y cienes de veses" hasta reventar la garganta y los tímpanos ajenos.
"Bilbao es tan pequeño que no viene en el mapa, pero bebiendo vino nos conoce hasta el Papa", entonaba la turbamulta al ritmo de la charanga y del iniciático zurrakapote -genuíno saltaparapetos, del que otro día daremos la receta y desgraciadamente desbancado por esas otras bebidas que, como el Kalimotxo, nos han sido subrepticiamente impuestas por las multinacionales y sus usos universalizantes y de poco fuste.
"Bat, bi, hiru, lau, batbihirulau, bost, sei, zazpi, bostseizazpi, Euskal Herri, irabazi, irabazi, aurrera", proseguía el canto, mientras la bulla iba in crescendo, al compás de los saltos de la sudorosa y alcoholizada marea humana.
- "Gargantúa... Bilbao es grande, muy grande pero no tanto como para no encontrarnos nunca ¿no?. Haga usted el favor...", me decía el otro día Jaio en su comentario y yo, en mi modestia natural de buen bilbaíno, debo darle la razón porque Bilbao es, sencillamente, como dirían los " Tremendos de Kanala", cuyas aventuras tan costumbristamente nos narrase Juan Irigoyen, ¡Tremendo!, tanto en su forma como en sus límites y en los modos que profesan sus villanos pero ilustres hijos.
Muchos de nosotros recordaremos, en este sentido, a algún compañero de colegio o escuela a quien al preguntarle el maestro por el Océano Atlántico respondía sin pestañear siquiera: "Océano situado entre África, Europa y América, y que desemboca en el Nervión".
Precisamente, en la novela de Juan Bas, comentada hace poco ya en estos Pasacalles e intitulada " Alacranes en su tinta", el bar de postín, en el que se desarrolla la trama final, no lleva otro nombre mas que el del famoso Mapamundi de Bilbao.
Pero centrémonos en el tema.
¿Cuantos de ustedes, además del Papa tras beber vino, conocen ya Bilbao? ¿Y su Mapamundi?
Para que los responsables del área de turismo de nuestra villa no me echen en cara que desde estos Pasacalles no se hace lo posible por dar a conocer nuestra urbe voy a regalarles hoy la vista y el intelecto con la versión oficial de nuestro Mapamundi.
Quede con él, de paso, inaugurada la sección destinada a recoger algunas de nuestras Chirenadas.
Por cierto Jaio, ¡no desesperes! No hay nada que pueda impedir el que nos acabemos encontrando y conociendo.
Bien sabes que los bilbaínos, con eso de nacer donde nos da la gana, tenemos fácil el toparnos con otros bilbaínos, incluso allá lejos, en el confin y el sinfín del mundo (poseo algunas experiencias muy surrealistas al respecto). Así que, iremos buscando una buena mesa, bien avituallada, en torno a la que sentarnos y departir amigablemente.
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2003-10-02, 07:33 | 67 comentarios |
> Galerías <
Bilbao, la noche. Los estorninos de la plaza de Arriquíbar acribillan el silencio del centro. El rumor aumenta conforme avanzamos hacia el pasaje. Enfrente camina la horda. Galerías Urquijo, con su corolario en forma de karaoke en Alcalde Uhagón o en Arriquíbar. Galerías de Zorroza, Galerías de Deusto, Galerías Isalo, entre Licenciado Poza y Ercilla, donde un comercio vende peluches de los terribles dioses Nyarlathotep y Cthulhu. Tiempos blasfemos en que tiemblan las costuras de la ciudad. "De los primeros engendros, escrito está que esperan siempre al umbral de la entrada", advierte Abdul Alhazred sobre esta amenaza, y no hay día en que no miremos con un escalofrío dónde se ubicarán esas puertas que no conocen tiempo ni lugar. En las casas leprosas de la plaza de la Cantera, en los túneles perdidos de Mallona, en las escaleras negras de las Ollerías Altas, en los arcos cegados del cementerio de Begoña, en la vaguada salvaje de Dolaretxe, ocultas en las galerías que horadan la ciudad. Dice el Necronomicón: "mas sy ome alguno dixere la Palavra prohibida avrirá allí mesmo una Entrada". La enumeración es demasiado terrorífica.
Fuente: La Pista / El Correo. Jueves, 11 de Septiembre de 2003. Artículo de Ciro Galante, que ingresa meritoriamente entre los Vuelos cortos de un txinbo.
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2003-09-18, 03:22 | 15 comentarios |
> La Reina Mora <
La reina Mora
Ya viene la reina Mora, cayéndosele la toca, ya viene doña Tomasa con el abanico a casa.
Ya viene la reina Mora, cayéndosele la toca, ya viene doña Tomasa con el abanico a casa.
Tra la ran, tra la ran...
Ya viene la reina Mora, cayéndosele la toca, ya viene doña Tomasa con el abanico a casa.
Ya viene la reina Mora, cayéndosele la toca, ya viene doña Tomasa con el abanico a casa.
El Gargantúa es un bicho muy malo, hay que darle con un palo.
Al Gargantúa, mírale, arrimado a la pared.
Aquí, venid, la, la... bajamos de Begoña y ya estamos aquí.
Con El piar de un Txinbo intentaré traer hasta los Pasacalles de Gargantua aquellas canciones, conocidas en el Botxo como bilbainadas, que han acompañado cada una de las actividades diarias de nuestros conciudadanos.
La de hoy recoge la letra que cantaban en el Pasacalles de gigantes y cabezudos a la gigantona reina Mora, a doña Tomasa y a mi bien amado Gargantúa, terror de la chavalería, aún hoy día en el que el pasacalles ya no es ni de lejos lo que antaño era.
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2003-09-18, 03:22 | 24 comentarios |
> Cuando la llamada de Cthulhu recorrió Ihn-Dhau-Chu <
Soy consciente de que el relato que mis temblorosas manos apenas logran garabatear les parecerá, seguramente, el producto de los delirios de un demente o, en el mejor de los casos y si son benévolos, los desvaríos de un pobre imbécil, sumido en los balbuceos de su malformación congénita. Sé que, cuando termine de escribirlo y, finalmente, libere mi mente de la terrible carga que ahora soporta, no me quedará más remedio que saltar por esa ventana que da al vacío del patio trasero y que representa la única tranquilidad a la que puede ya aspirar mi atormentada y perdida alma.
Pero ¡no! ¡no he de distraerme! pues noto cada vez más cercana su presencia y no quisiera tener que acabar con mi vida antes de dejar escrito lo que allí sucedió realmente.
Cuando abandoné las polvorientas y húmedas estanterías de la biblioteca de la Universidad de Miskatonic, en el bilbaíno barrio de Deusto, todavía ignoraba que iba a estar a punto de perder la poca cordura que me quedaba, tras dedicar largas y fatigosas noches a realizar un profundo estudio sobre las implicaciones numerológicocabalísticas de la traducción al malayo del Necronomicón, la obra del sabio árabe loco Abdul Al Ahzred. ¡Por fin lo había logrado! ¡había descubierto cual era el destino último de la morada de los Primigenios!
¡Ah, loco atrevimiento el mío!
Fué sin duda mi desmesurado afán por el saber el que me llevó a unir mis fuerzas a otro desdichado, Julius A., el prestigioso periodista colaborador del 'Correo de Providence'; un hombre versado en los arcanos del conocimiento e interesado por los más ocultos e innombrables placeres... estoooooo, digo saberes, quien no dudó en unirse a mi alocada empresa, en cuanto le conté la naturaleza de mi descubrimiento.
Antes de iniciar nuestra empresa, decidimos reponer fuerzas en la taberna de nuestro amigo, el egipcio Ahmed Abel, para, a continuación, encaminar nuestros temerarios e inconscientes pasos hacia la boca de la fungosa galería Isalo, cuyas oscuras fauces se abren en un innombrable rincón del misterioso y lóbrego barrio de Ihn-Dhau-Chu.
Tras descender hasta una profundidad vertiginosa, que nuestra razón no se atrevía a calcular, llegamos hasta unos húmedos escalones y rampas de formas aberrantes, cuya mera contemplación provocaba un espanto de dimensiones cósmicas ¡Aquel suelo no había sido concebido para pies humanos!
Allí, en un recodo de perspectivas que desafiaban toda capacidad de raciocinio, se abrían las puertas de un templo cuya simple visión convirtió lo que quedaba de nuestra cordura en mantequilla de cacahuete. 'D Land', rezaban unas obscenas letras cuya sólo descripción no me atrevo a acometer para no despertar las iras de innombrables monstruosidades batracias que vomitan su ira de locura cósmica en los confines caóticos de un Universo de demencia, dolor y facturas de teléfono. A duras penas, creo que ya sumido en el abismo de la alienación, Julius balbuceó las blasfemas inscripciones que orlaban el nombre de aquel lugar.
Mi mano tiembla al recordar y escribir palabras como Rol, Cartas, Figuras, Estrategia, Manga, Comic y Merchandise. No cometeré la osadía de describir el despliegue de cosas innombrables que contemplaron nuestros ya delirantes ojos de orates.
Por desgracia eso no fué todo. Allí, en el centro, sobre un obsceno y fungoso altar que desafiaba las leyes de la naturaleza, se encontraba ÉL: ¡¡¡CTHULHU!!!, la deidad cósmica definitiva, el horror indescriptible al que las humanidades perdidas millones de eones atrás rendían cultos obscenos y como de mal rollo.
Movido sin duda por la locura más delirante, Julius se abalanzó danzando y cantando frenéticadamente hacia la deidad preternatural, cuando le salieron al paso una pareja de semihumanos sacerdotes, que le exigieron depositar un óbolo ritual antes de acceder a la presencia de ELLO. Pero mi amigo era un hombre versado en todo tipo de rituales arcanos y se defendió mediante un rápido y certero hechizo Visa que hizo retroceder, frotándose las manos, a los dos malignos servidores del primordial Cthulhu; quien, con un movimiento brusco y sibilante, se desplazó sobre el hombro de mi desdichado camarada, al que tan sólo tuve tiempo de fotogafiar en un postrer instante, antes de desaparecer para siempre en un abismo insondable de oscuridad y tinieblas primigenias.
En la instantánea, que adjunto como prueba a mi escrito, se le puede ver sonriendo presa de la locura y de la más absoluta de las demencias.
Sus últimas palabras, antes de ser arrastrado a la profundidad del abismo que ahora se estaba abriendo a su espalda, fueron:
"¡Mira, también tienen el bicho de 'Las montañas de la locura'!"
Este relato, escrito al alimón por los dos dementes cuyas aventuras se narran en él, inaugura una nueva sección que, bajo el nombre de Vuelos cortos de un txinbo, traerá a los Pasacalles de Gargantua una serie de narraciones, artículos, cuentos o relatos escritos por terceras personas y cuyo nexo de unión será única y exclusivamente el de su relación con nuestro querido Botxo.
Si alguien se anima ya sabe lo que tiene que hacer.
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2003-09-18, 03:22 | 27 comentarios |
> Que vivan las canciones de Bilbao <
Al iniciar la serie dedicada en estos Pasacalles de Gargantua, bajo el título de El piar de un Txinbo, a nuestras queridas Bilbainadas, escribí de nuestras canciones botxeras que habían acompañado cada una de las actividades diarias de nuestros conciudadanos.
Cuando uno habla de actividad, en nuestra sociedad del desarrollo, lo primero que nos asoma a la cabeza es un grupo de laboriosos bilbaínos ganando, cual galeotes al compás de una canción, el pan propio y ajeno con el sudor de nuestras frentes. Es cierto que abundan las bilbaínadas gremiales y aquellas que alaban el buen hacer de las diferentes profesiones pero no es menos cierto que en ellas siempre se mezcla intencionadamente el trajín diario con el regocijo derivado del solaz y el esparcimiento. Este y no otro creo, sinceramente, que es el propósito de todo aquel pueblo que canta a la cotidianeidad de sus experiencias: el revestir la dureza del día a día con lo mejor de aquello que nos rodea .
Entre las experiencias, que merecieron ser cantadas, nunca faltó tiempo -si bien escaso antaño en que con suerte tan sólo se descansaba los domingos- para una de las actividades más bilbaínas de todos los tiempos: el acercarse a los Chacolines a trasegar en buena compañía unas cuantas jarras fresquitas del caldo que producían los viñedos que rodeaban nuestra capital y acompañarlas de merluza frita, bacalao al pil-pil, cazuelas de cordero en salsa, cazuelas de sardina en salsa y alguna que otra menudencia.
Sobre esta actividad chacolinera ya escribió Don. Emiliano de Arriaga en su Lexicón Bilbaíno:
Chacolinero es el que frecuenta los chacolines, que es muy distinta cosa de la grosera taberna. El buen bilbaíno es también buen chacolinero y en todo tiempo, pero sobre todo en los Domingos de Cuaresma, se desquita de las vigilias y ayunos merendando ande Lusiano, Tutulu, Chaquilante, Seleminchu, Trauco, Pastela, Macharratia u otros dueños de afamados caseríos, en que suelen hacer el espiche de nueva pipa en días señalados.
Otro día trataremos de los Txakoliñes, en los que nuestros antepasados Chacolineros disfrutaron de su asueto. Por hoy bástenos el entonar esa bilbainada que dice tal que así...
Que vivan las canciones de Bilbao
Los bilbainitos en el verano
txakolin gorri suelen beber.
Bajo las parras del Puente Nuevo,
buenas moscorras suelen coger.
Eche usted, eche usted, eche usted
avellanas a mi delantal.
Eche usted, eche usted, eche usted,
allá van, allá van, allá van.
Cogiditos de la mano
venimos de buen humor
bilbainitas y bilbainos
que se quieren con amor.
Que vivan las cansiones de Bilbao,
que viva la alegría,
de la juventud la unión,
que viva la armonía.
Viva el Puente San Antón
y el Arenal,
vivan las mocitas,
vivan las mocitas
de esta capital.
Pues eso. ¡Que vivan las mocitas y las canciones de esta capital!
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2003-09-18, 03:22 | 64 comentarios |
> La Sonrisa de Marijaia <
Impulsado por los comentarios recibidos a " Entre carteles anda el juego", decidí sumirme en el barullo de la Aste Nagusia bilbaína con la única y manifiesta intención, a parte de la de vaciar, en buena compañía, unos cuantos cachis de cerveza y unos cuantos porrones de buen vino -intención esta última nada manifiesta-, de comprobar si era cierto eso de que Marijaia, podía dar miedo a los niños, a los mayores y a algunos guipuzcoanos.
Este y no otro fue el origen del Pasacalles de Gargantua cuyo relato comienzo ahora.
De " Espantapájaros travestido" llegó a tildarla Patxito Murga, inefable personaje central, pijo y bon vivant, del magnífico libro del escritor bilbaíno Juan Bas, intitulado Alacranes en su tinta (sana lectura, que les reconmiendo si desean pasar un buen rato y mejorar en el manejo de la lengua cervantina). Claro que Murga, en aquellos tiempos en que tenía tal concepto de Marijaia, no era más que un haragán bilbaíno, hijo de papá, a quien sólo pensar en el trabajo ajeno le ponía mal cuerpo, y " más pijo y tonto que mandado hacer de encargo", lo que sin duda explicaría a la perfección su malquerencia por nuestra pobre amiga y, por contra, su pasión por las ostras crocantes sobre migas crujientes.
El caso es que, todas estas opiniones tan dispares, me dispusieron a contrastar pareceres y a comprobrar in situ -estudio de campo mediante- si tal percepción podía tener base real o, por el contrario, estaba motivada por la ingestión de alimentos en mal estado. Así que, embutido en mi camisola a franjas rojas y blancas, me anudé el tradicional pañuelo azul Bilbao al cuello, enfundé mi nueva y flamante P-52 al cinto, eché al bolsillo los dos habanos reglamentarios (el de los toros y el de los fuegos artificiales) y salí en busca del antónimo del miedo; es decir, la sonrisa perfecta. Debo reconocer que me costó hallarla y no porque no hubiese sonrisas por doquier en nuestras calles, aceras y parques sino porque la perfección es un ideal difícil de plasmar en nuestro mundo real.
Comencé mi merodeo por los aledaños de la Plaza de toros de Vista Alegre -plaza que ostenta idéntico nombre al del cementerio al que los bilbainitos solemos legar nuestros huesos o, más recientemente, nuestras cenizas- en pos de esa mueca definitiva, que mostrase claramente que Marijaia nunca podría dar miedo ni a los niños, ni a los mayores, ni a los guipuzcoanos afincados en nuestra villa, pero, desgraciadamente, aquellos lares taurinos no fueron propicios para la culminación con éxito de mi misión -demasiada sangre, peineta y sudor torero en el ambiente.
Así que, tras despedirme en el Mesón la Capilla de la Casilla, con un par de tintos y unos pinchitos de cuajada tortilla de patatas, de mi buen amigo Alejandro - ese denostado ser, al quien se conoce en estos turbulentos ambientes blogueros bajo el anglófilo mote de mister Tubbo- decidí emprender caminito hacia Indautxu, para desde allí, y tras pasar a tomar la pertinente copita de patxaran casero por la terraza del Restaurante Mendata, enfilar el Ensanche y, tras recalar en La Viña del Ensanche con la sana intención de zamparme una buena ración de porcino pernil ibérico, bien regado con Torre Muga Reserva del 98 (si aún no lo han probado se lo aconsejo encarecidamente) y proseguir mi periplo hacia el botxito siete callero, lugar en el que finalmente conseguí dar con la mencionada sonrisa.
Al principio y entre tanta gente me fué bastante difícil avistarla -y eso que la condenada es culona, pechugona, alta y buena moza y gusta de vestir de un modo que ciertamente no pasa desapercibido.
Tras dar una vuelta por las Txoznas del Arenal, por ver si estaba saltando al son de las cien mil músicas que solamente allí llegan a transformarse en demoniaco marasmo para el colectivo disfrute; pasear desesperado por Askao y la Esperanza con la vana idem de encontrarla; ollar la Plaza de Unamuno y la Plaza Nueva, al son de la triki, y recorrer el Mercado de la Ribera, con una plato de salchicas de los Hermanos Thate en una mano y una Paulaner bien fresquita en la otra comprendí que todos mis esfuerzos estaban condenados a ser en vano. Tal parecía como si la tierra se la hubiese tragado sin dejar ni el recuerdo de sus huellas en el pavimento. La conclusión no podía ser otra: Marijaia ¡había sido secuestrada!.
Corrí como un poseso, en busca de una pareja de municipales a quienes comunicar el resultado de mis pesquisas.
Con tal finalidad, me lancé hacia el Teatro Arriaga, subí por el Puente del Arenal y una vez allí, con la idea de acortar camino, tiré por el Muelle de Ripa en pos del Ayuntamiento. No habría dado más de veinte pasos cuando descubrí lo que estaba buscando.
Allí estaba ella, como si de la sagrada forma -esa que tanto solemos utilizar los bilbaínos para apoyar nuestras afirmaciones- se tratara, colocada bajo palio. Sonreía al cielo, pensando, a buen seguro, en que, tan sólo unas pocas horas más tarde, culminaría un año más su ciclo, siendo pasto de las llamas.
Le pedí permiso para sacarle una última fotografía, antes de que los bárbaros la arrastrasen al encuentro de su destino, y ella con una sonrisa adquiescente inclinó afirmativamente la cabeza.
- " Marijaia, atenta al pajarito... sonríe..."
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2003-09-18, 03:22 | 16 comentarios |
> La invasión de los horteras <
A Juan Bas, ese magnífico escritor bilbaíno del que hablábamos en el anterior Pasacalles, no le van los horteras. A un servidor, educado en el tradicional y esquisito gusto bilbaíno por lo inglés, tampoco. De hecho no me van ni los horteras por abajo ni los horteras por arriba, que no suelen ser otros que esos a quienes denominados comunmente pijos. Es más, la única concesión que me suelo permitir, en este sentido, consiste en acompañarme de algún que otro amigo con claras tendencias caracteriales kisch y en echar un vistazo de vez en cuando a las colecciones claramente horteras de algunos amables conocidos.
Mas como no es mi intención alargarme en preámbulos innecesarios, voy a dejar directamente que sea Bas quien, a través de otro de los Vuelos cortos de un txinbo, nos narre las andanzas de la mencionada fauna en " La invasión de los horteras" por la GranVía bilbaína.
Ayer me crucé por la calle con un personaje de uno de mis cuentos. Era igual que el puliento turista inglés que bauticé como Esponja Bob. Sobre todo su atuendo, era casi calcado. A saber: gorra con la Union Jack y la visera al revés para que se le notara bien que se parecía a la mujer de Tony Blair, camiseta sin mangas con el lema Mother fucker (Esponja Bob llevaba un pez con ojos de globo y la leyenda Drink like a fish), pantalones caqui hasta la rodilla con unos doscientos bolsillos y sandalias de franciscano con calcetines color pistacho.
Tan brutal visión me mareó y me tuve que sentar en un banco a la sombra. Ya puestos, me dediqué a observar un rato cómo se disfraza la tropa en agosto. Antes, sólo hacían el alarde de horterez los turistas, los guiris. Ahora, el número de sujetos y sujetas que parecen vestidos por el sombrerero loco de Alicia es legión tanto entre foráneos como entre nativos.
A ver qué se acercaba por mi improvisado observatorio, teniendo en cuenta la limitación de que la Gran Vía de Bilbao no canaliza el ingente y variopinto río humano de Las Ramblas de Barcelona, por ejemplo. A pesar del Guggenheim y con perdón.
Tras Esponja Bob, pasó por delante uno de los especímenes que también abundan cuando se caen las moscas de calor, el turista atérmico: pantalones de pana amarillos hasta medio tobillo, chaqueta de tweed con coderas y camisa escocesa de franela; a pocos cuerpos de distancia, una jovial gorda de ubres fellinianas que, ausentes de sujetador, se bamboleaban bajo una blusa con vacas estampadas de un modo que tuvieron que captar los sismógrafos; casi a la par, un cachas con una camiseta de rejilla estilo Tom Jones; seguido, una jovencita con los zapatos de Frankenstein; adelantándola, una turista sin duda yanqui con los pantalones de Obelix; a la par, un chaval con lucecitas en las playeras; al rato, una maciza con pantalones de chándal y sandalias de tacón de aguja; de repente, otro tipo de horteras: camisa rosa con cuello blanco, nudo de corbata Windsor y cabello engominado con cascada de rizos en la nuca; acompañándole, el canon marbellí: bronceado extremo, camisa negra desabotonada hasta el esternón, mocasines blancos y calabrote de oro sobre el vello canoso del pecho En fin, aquello podía ser tan variado como la biblioteca de Babel. Los horteras estivales de todo tipo, cual invasión de los ultracuerpos, toman las ciudades.
Me aburrí de la inacabable observación, me levanté del banco y me fui con la música a otra parte. No sin antes gruñir a unos críos que me señalaban y se reían, no sé si por la camisa hawaiana que me compré una mañana de resaca, el pantalón de mil rayas a la moda Bilbao años cincuenta, los zuecos rojos o las gafas de sol color verde botella igualitas a las que se calzaban los maderos de la brigada político-social franquista.
Fuente: Vivir en Verano / Cultura / El Correo. Miércoles, 20 de agosto de 2003. Artículo de Juan Bas, que se suma a los Vuelos cortos de un txinbo.
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2003-09-18, 03:22 | 13 comentarios |
> Entre carteles anda el juego <
Esta Aste Nagusia podríamos decir que entre carteles anda el juego, pero no me vayan a malinterpretar.
No me estoy refiriendo a los carteles de la droga, esos a cuyos capos cogen hoy y, subterfugio legal mediante, sueltan mañana. ¡No! Los carteles que hoy quiero traerles aquí, en estas Conosensias de Bilbao de nuevo estreno, son mucho más festivos y menos peligrosos. Son esos sencillos pasquines, de colores más o menos chillones que, encolados a las paredes, nos intentan transmitir el espíritu festivo y darnos a conocer, de paso, que la juerga está en ciernes.
Los carteles de fiestas, de estos veinticinco años atrás -en la siguiente relación voy a añadir también el de este año y uno de creación personal, en el que intento resumir algunos de los conceptos festivos realmente importantes para mí- han sido recogidos por diversos medios, como forma de recordatorio de nuestra historia festiva reciente.
Los que aquí figuran han sido publicados por El Correo. A través de ellos, se puede observar como ha ido evolucionando el concepto gráfico y me atrevería a decir incluso que festivo (por ejemplo, queda perfectamente reflejado el fallido intento que hubo por parte del ayuntamiento de Bilbao de restar protagonismo a las Comparsas y representación en los órganos de gestión a la participación popular).
Bueno, les dejo con estas pequeñas obras de arte (algunas no tanto aclaro) festivo, que yo me largo a ver el ya tradicional desfile de la ballena. Espero que las disfruten y recuerden que para ampliarlas solamente tienen que pinchar encima.
¡Buen provecho!
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2003-08-18, 01:43 | 44 comentarios |
> Gora Bilboko Aste Nagusia! <
Hoy Gargantua está muy, pero que muy contento. Por decirlo en román paladino, está que se sale. No en balde este Pasacalles de Gargantua va a ser un pasacalles in situ, a pié de calle, mezclado entre los suyos, compartiendo la alegría que inundará la vida de esos bilbaínos descendientes de quienes un buen día, allá por el 1854, decidieron darle su razón de ser y de permanecer en este nuestro Botxo querido.
El de hoy va a ser un pasacalles alegre, un pasacalles en el que podrá salir de nuevo, desempolvado del olvido al que durante el resto del año está mayormente sometido en los talleres de Erandio, a cumplir con el ya legendario ritual de asustar y tragar niños (a fé mía que no debe haber en el mundo -excepción hecha de la de perseguir birrochitas- actividad más placentera).
Claro que ustedes se preguntarán el porqué precisamente hoy nuestro buen Gargantua va a gozar de sus privilegios.
Pues bien, hoy mismo, un año más, a pesar de la lluvia y de los calores, que durante varias semanas nos han ido acompañando y me atrevería a decir que derritiendo (en mi vida había visto yo esos 51 grados de días atrás, merced a los cuales Bilbao se había convertido en capital norteafricana), hemos vuelto a recibir, a las seis y media de la tarde y frente al teatro Arriaga, a MariJaia; ese personaje, creado por la escultora Mari Puri Herrero que, admirado por muchos y detractado por otros tantos, es quien, al fin y al cabo, nos sirve fielmente en esta muy Ilustre y Noble Villa de Bilbao, desde hace ya veinticinco años, de pregonero de una Semana Grande festiva que, de grande y bilbaína que es, ocupa nueve días.
Además, este año la Aste Nagusia es un tanto especial; no ya por los miles de visitantes que, como cada año, patearán la ciudad de cabo a rabo y sudarán sus camisas por dentro y por fuera sino por que se cumple el veinticinco aniversario del comienzo de nuestra Semana Grande en su actual versión popular y participativa.
Recuerdo con añoranza aquel primer año en el que un grupo de jovenes, agrupados en torno a las comparsas, consiguieron recrear una fiesta que hasta la fecha se reducía al teatro, las barracas y los toros. Gracias a aquella propuesta de cambio, que cuajó entre una población con ganas de romper ataduras y de romería, la fiesta saltó a la calle mediante unas txoznas que hoy en día, mirando hacia atrás, a un servidor le parecen antediluvianas.
Rebuscando entre mis viejas fotos de aquella época he podido recordar como se levantaban con largos y roñados clavos de carpintería y con enormes maderos unas barras y tarimas, tras las cuales se cocía la salsa de la fiesta (delante de ellas quedaría el espacio reservado para otro tipo de cocidos y cocidas), que nada tienen que ver con los modernos montajes que hoy en día realizan las comparsas.
Sabido es que los tiempos corren que es una barbaridad y, según mi modesto parecer, generalmente para mejor (aunque con ello contradiga esa frase memela de que siempre tiempos pasados fueron mejores).
Así, si bien es cierto que algunas de aquellas imágenes de antaño nos trasladan a tiempos en los que la vida llevaba un ritmo más tranquilo y apacible no es menos cierto que los actuales son bastante más divertidos, llenos de posibilidades y sobre todo mucho más festivos que aquellos. Baste como muestra de que lo que digo es cierto la comparativa entre estas dos imágenes y díganme ustedes sinceramente si echarían marcha atrás la moviola de nuestra Villa.
El caso es que no quiero pecar tan pronto de pesado, pues no acaban mas que de empezar la juerga, así que, si les parece, les dejaré con el cartel de este año y con nuestro programa de fiestas (pinchen encima) para que, si deciden pasarse por Bilbao, puedan ustedes mismos servirse a su antojo y degustar de las esquisiteces que les deparará nuestra villa.
A mí probablemente, aunque me busquen, no me encuentren.
Estaré sumergido entre las cazuelas mañaneras de los concursos del Arenal, las bilbainadas de la plaza Bizkaia, el desfile de la ballena, la txozna de Txomin Barullo (comparsa entre todas las comparsas), los fuegos artificiales, los toros de fuego que, a falta de vaquillas y de sokamuturra, espero correr un año más, las terracitas del Ensanche, los bares de mi queridísimo Indautxu, alguna que otra cenorra con los amigotes, el chocolate del desayuno tras la gaupasa, la Taberna alemana de mis amigos los Thate, la Pequeña Habana con su sabrosura de cocina y son cubanos, los aromas a fiesta, a habano, a hembra, los bocatas nocturnos en Uribitarte, el kalimotxo, el siempre presente olor a meados del recinto festivo, la incontenible marea humana, la... en dos palabras...
Aste Nagusia
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2003-08-17, 03:10 | 19 comentarios |
> Recuerdos entre Comics <
- " Hay días en los que sería mejor no haber salido a la calle", solía decirnos mi aita, con una sonrisa en los labios, y nosotros comprendíamos que la vida, aquel día, había sido particularmente complicada.
- " Más vale una vuelta por aquí que dos por la Gran Vía (la bilbaína, aclaro)", comentaba con un guiño de picardía, mientras rebañaba con un pedazo de pan alguna de las excelentes salsas, con que mi amama solía acompañar sus platos.
- " Vaya, vaya, vamos a ver cuantos han dejado de fumar hoy", solía añadir, cuando al finalizar la comida, se ponía a hojear el periódico y topaba con la zona destinada a las necrológicas.
Muchas veces, hay situaciones en la vida que nos traen brutalmente a la memoria aquellos lugares de la infancia y a quienes ya solamente pueden acompañarnos desde el ayer de nuestras vidas con el recuerdo de sus palabras y actos.
El Pasacalles de Gargantua, de hoy está precisamente dedicado a la remembranza de uno de esos recuerdos del ayer, forzados por lo inesperado del hoy; ese que, a veces, nos golpea y asalta sin previo aviso.
Este pasado fin de semana, decidí repasar periódicos atrasados para espulgarlos de las noticias de mi interés; hábito que tengo, según mi compañera, muy mal adquirido.
No había recorrido ni tres páginas cuando surgió ante mis ojos un rostro amigo y amable; la cara de una de esas personas a quien hace tiempo que no se ha visto pero a quien se mantiene como referente emocional de la normalidad de nuestro entorno vital.
Al principio, nada más verlo, me alegré pensando que si José María estaba en las páginas del periódico no podría ser más que por algún buen motivo. Desgraciadamente, me equivoqué de plano. Boulandier, se había muerto hacía casi un mes y yo me enteraba ahora de una forma tan brutal; así, mirándole a los ojos, retratados en la fotografía que El Correo traía publicada, como acompañamiento de una especie de obituario; postrer homenaje a su figura.
El cronista hacía referencia a que José María Boulandier era el fundador de la Librería Totem de Bilbao, sita en la C/ Alameda de San Mamés, 24 - 48010 de Bilbao; un navío al que había dedicado, junto con su mujer -magnífico timonel, siempre bien dispuesta para el trabajo-, gran parte de su vida y del que ni hacía un año que se habían desembarcado, dejándo la caña del timón en las manos de su hija.
Las letras iban saltando ante mis ojos, recorriendo distintas facetas de su vida: que si siempre fue " un enamorado de los tebeos, eso que ahora llaman cómic"; que si dejaba " un legado de los más importantes de Vizcaya en este tipo de literatura como fundador de la librería Totem"; que si desde " pequeño, devoraba toda clase de tebeos, aunque no fue hasta la década de los setenta cuando tuvo la oportunidad de abrir su negocio"; que si " trabajaba en lo que le gustaba, un comercio con cómics actuales y antiguos"; que si " le gratificaba tratar con coleccionistas"; y así un largo etcétera de datos personales y familiares que no viene al cuento traer a este Pasacalles.
Siempre he pensado que las reseñas necrológicas, teniendo en cuenta que hablan de alguien que no puede ya defenderse por estar al otro lado de la laguna Estigia, rara vez hacen justicia a la figura real del ensalzado. Tengo la impresión de que el fallo consiste en que los necrólogos nos retratan a la persona extinta como una especie de bodegón de invierno, una representación de naturaleza muerta a la que se le niega cualquier rasgo vital; negación que conlleva la alienación de esos pequeños, cotidianos y minimalistas rasgos de humanidad, que son precisamente los que nos hacen seguir presentes en la memoria de los nuestros. Las grandes obras, las frases grandilocuentes y los hechos exagerados se los acaba llevando el viento de la vida, muriendo deformados por el tiempo, pero el roce de un beso en la frente, el de la mano de un padre o de una madre en la mejilla, el abrazo protector que envuelve al hijo cuando enferma o tiene una pesadilla, eso son rasgos que perduran eternamente en nuestra memoria. Así, las necrológicas se acaban convirtiéndose en un obituario de las pequeñas experiencias del día a día.
El caso es que conocí a Boulandier hace unos 24 años aproximadamente. Cuando entré por primera vez en su tienda lo encontré con sus eternas gafas de buscador de secretos, inmerso en las miles de cajas (seguramente que habría aún más, quizás cientos de miles) que se apilaban por las mesas, los mostradores, el suelo, las estanterías y la entreplanta de Totem.
Me encontraba por aquel entonces en la Universidad de Deusto y entré de la mano de un amigo y compañero, muy aficionado al comic y al TBO, en busca de unos números que me faltaban para completar mi colección de 1984 -posteriormente, al llegar al fatídico año- transformada en Zona 84-, una de las revistas de referencia en aquella época, junto al Víbora, el Creepy, el Totem, el Metal Hurlant, el Rampa y alguna otra, que seguramente se me olvida.
Allí, entre las cajas, merced al arte de Boulandier y a su tesón de localizador de revistas huérfanas de cariño, fue que conocí a la atractiva Valentina y a Guido Crepax, al intrépido Corto Maltés, a la Venexiana Stevenson y a Hugo Pratt , al gánster Luca Torelli, conocido en los bajos fondos por el alias de " Torpedo", y a sus dos compinches Enrique Sánchez Abuli y Jordi Bernet, a los niños desnutridos, apaleados y pelados por el maldito Movimiento en Paracuellos del Jarama y a su valedor Carlos Giménez, al macho culturista Ranxerox y a su usufructuaria Lubna, al en principio nudista Den y a Richard Corben con su mundo mutante, a los ciudadanos semidioses futuristas y a Moebius, a Alef-Thau, a los Metabarones y a Alejandro Jodoroswky, a El Gato Fritz, a Mister Natural y al propio rey del underground Robert Crumb quien nos narró, en más de una ocasión, magníficamente por cierto, la Historia de su vida, a Mister Blueberry con Red Neck, Jimmy McLur y su lugarteniente Jean Giraud, a los entrañables y no tan entrañables personajes de las Historias de la Taberna Galáctica -nada o poco que ver con la Taberna del Olvido-, a los oníricos y atormentados entes de La Muralla y a José Mª Bea, a un Príncipe Valiente y a su escudero Harold Foster, a los colosales y Marvelianos Vengadores / The Avengers con Stan Lee y Jack Kirby, a la carnal, voluptuosa y espectacular Drunna y a su acompañante mutante Paolo Eleuteri-Serpieri, a Urania y a Esteban Maroto con sus sadoguerreras, a The Spirit y al inigualable Will Eisner, a un montón de jóvenes y bellas mujeres acompañadas de Milo Manara y de un singular Click así como a un larguísimo elenco de intrépidos aventureros, mundos imposibles, buscavidas pendencieros, villanos, héroes, chicas alegres, monstruos inimaginables, historias, al fin y al cabo, que, cual fruta madura, se fueron desgranando, durante años, desde aquellos estantes y cajas para caer en mis manos, unas manos ávidas de sueños inalcanzables.
Ha sido un fin de semana triste y lluvioso pero repleto, a su vez, de amables recuerdos, de olores a tinta fresca, a papel impreso y también, como no, del tacto áspero del polvo que guarnece el sueño de todo libro viejo.
Boulandier se nos ha ido, como Corto Maltés, siempre caminando hacia el horizonte, rodeado del señorial vuelo de las gaviotas, en pos de nuevas aventuras y es que, como ya dijera el propio Hugo Pratt:
"En un mundo donde todo es electrónico, donde todo se encuentra calculado e industrializado, no hay lugar para un tipo como Corto Maltese".
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2003-07-17, 10:15 | 20 comentarios |
> Pero ¿ y como son las esculturas? <
Me comenta un amigo que, sin duda, los detalles dados en el Pasacalles de Gargantua sobre la nueva Travesía de Abandoibarra y la Pasarela de Pedro Arrupe provocaron en él - y en su novia - unas irrefrenables ganas de acercarse a Bilbao a pasear por ellas. Sin embargo, nuestro interlocutor - y suponemos que su novia - se muestra intrigado por esas seis esculturas que, según nuestra narración, jalonan el nuevo paseo.
Lo siento pero debo reconocer que no poseo unas imágenes excesivamente buenas. Para ser sincero, tan sólo tengo las que salieron el otro día en el periódico El Correo y para más inri, las que tengo, son en blanco y negro.
No obstante, como más vale un mendrugo de pan duro que pasar hambre, en tanto en cuanto consiga unas mejores, he pensado que sería pertinente enseñarles estas y además añadir los textos explicativos que, de la pluma de G. Carrera, acompañaron a las mismas.
Espero que sean de su agrado y, sobre todo, del gusto de la novia de nuestro amigo.
| Begirari IV - Eduardo Chillida
El escultor vasco (1924-2002)
concibió este "vigía" en 1997
para acompañar el puente de
su amigo el ingeniero
José Antonio Fernández Ordóñez.
Desde sus 7'10 metros de acero
forjado, parece expresar un deseo:
la altura de miras que debe
caracterizar a toda comunidad. | Sin Título - Ulrich Rürckriem
Este riguroso minimalista de
Düsseldorf (1938) ha ideado
una austera pieza que se desarrolla
a ras de suelo por el paseo.
Secuencia de 10 cuadrados de losas
graníticas, culmina en una pieza
elevada con una superficie virgen que
se diría referida a la constante
recreación de la naturaleza | | | Judith - Markus Lüpertz
Obra modelada de modo salvaje
por el artista alemán (Liberec, 1941)
y rector de la Academia de Düseldorf.
Fundida en bronce, hace referencia
a la heroína judía de la Biblia que
libra a su pueblo de los Persas.
Su cara tiene calidad pictórica,
como evocando sus dotes para la
seducción | A la Deriva - José Zugasti
Dibujo abstracto en el espacio
a base de redondo de acero,
"una metáfora del desgaste humano",
según este artista de Eibar (1952).
Su obra se titula como un poema
de Whitman y fue elegida,
con la de Garraza, por su
poder de evocación del pasado
industrial y su adaptación al lugar | | | Maia - William Tucker
Este artista (El Cairo 1935)
ha pasado de liderar el minimalismo
escultórico británico a modelar en
cera obras como ésta, fundida en
bronce, que no llegan a ser figurativas.
"Maia", nombre del aspecto creativo
del dios hindú Brahma, evoca a una
mujer embarazada que surge de la tierra | Sitios y lugares - Ángel Garraza
Pieza que incluye como dos
"kaikus" gifantes - el ancestral
cueceleches de madera - pero
en cerámica y animados por una
noción arquitectónica.
Uno en pie, el otro volcado,
evocan en palabras del artista
y profesor de la UPV
(Allo, Navarra, 1950)
"el sitio donde vives y el sitio del alma" | |
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2003-04-01, 08:38 | 32 comentarios |
> La Pasarela <
Hoy Bilbao ha amanecido de enhorabuena.
Tras muchos años de contemplar ruinas y muelles a los que ya no arribaban barcos de lejanas tierras a descargar sus fardos, hoy por fín hemos visto como la utopía de recuperar parte de nuestra villa está cada día más cerca.
Hoy, me atrevería a decir que los bilbaínos hemos afrontado el nuevo día con ganas de romería, con ganas de salir a la calle a contemplar con nuevos ojos la recuperación tanto tiempo prometida. Y es que una jornada, como la vivida hoy en Abandoibarra, de inauguración, bajo los trazos color pastel de un magnífico día primaveral, de un señorial paseo nuevo y, sobre la ría, de la impactante pasarela nombrada Pedro Arrupe, no merece otro calificativo.
Hoy hemos sido legión quienes hemos podido hollar con nuestros Pasacalles de Gargantua una nueva travesía, nacida del hondón de la Campa de los Ingleses que, bajo el otrora fabril Puente de Deusto, discurre a la orilla de nuestra querida ría; una ría que, con la paulatina pérdida de su antaño característico olor y color a herrumbre, carbón y azufre, se torna amable y risueña, bajo los plateados reflejos del titanio y de la piedra arenisca de los edificios que adornan sus orillas.
Para muchos humildes bilbaínos - esos que nos contentamos con reinaugurar aquello que las autoridades y los bips invitados ya han inaugurado antes, esos a los que nunca nos dedicaron ni dedicarán una escultura porque nuestro sudor empapa cada piedra de Bilbao y no necesita mayor reconocimiento que su florecimiento -, el de hoy ha sido un día de encuentros, de saludos, de codazos entre el tumulto, de rencuentros y de disfrute en la aventura de saber que nuestra Villa sigue viva en cada uno de sus nuevos caminos, paseos y proyectos.
Bautizado como Paseo de la Ribera el que ha visto la luz es realmente un paseo de lujo que recorre los 800 metros de separación existentes entre el Palacio de Exposiciones Euskalduna y el Museo de arte moderno Guggenheim. Un paseo con una anchura que oscila entre los 40 metros, junto al Puente de Deusto y los 120 alcanzados a la vera del Palacio Euskalduna. Con este nuevo vial, enmarcado por materiales nobles, zonas verdes de arbolado exótico y una serie de esculturas a cada cual más impactante (obras de Chillida, Lüpertz, Tucker, Rückriem, Garraza y Zugasti), los bilbaínos recuperamos la friolera de 37.200 metros cuadrados ocupados, desde que un servidor de ustedes tiene conciencia, por los muelles de Churruca con sus amontonamientos de fosfatos y el depósito de roídos conteiners de la Campa de los Ingleses.
Permítanme amigos que resuma, sin ninguna duda, el de hoy como un buen día. No en balde los bilbaínos volvemos a vivir de cara a nuestra ría, esa por cuyas venas corrío nuestra historia en pos del mundo.
Algunos datos
Dimensiones: El paseo tiene 800 metros de longitud, con una anchura que oscila entre los 40 metros bajo el puente de Deusto y los 120 junto al Palacio Euskaduna. Ahora tiene 31.200 metros cuadrados, pero en el futuro serán 48.000.
Presupuesto: El parque de Ribera y los muelles, 11,1 millones de euros; las esculturas, 1,2 millones; la Avenida de las Universidades, 3,8 millones; y la pasarela, 7,4 millones.
El Paseo y Parque de Ribera
El paseo se organiza en varios espacios diferenciados: un recorrido por el borde de la ría, a la misma altura que los antiguos muelles, y una zona situada a una cota superior, separada del anterior por unas escalerillas. En esta última es donde se ubican las singulares luminarias, de 12 metros de altura, fabricadas en acero y vidrio. Detrás se encuentra el parque, salpicado por palmeras , tilos, robles, castaños de indias, arces... Incluye el Paseo de la Memoria: un itinerario que guía al visitante por las esculturas de Chillida, Lüpertz, Tucker, Rückriem, Garraza y Zugasti.
El embarcadero
Desde este punto, la ciudad parece otra. El embarcadero, de 1.700 metros cuadrados, está construido con grandes listones de madera de bolondo y dispone de un pantalán para acceder a los barcos. Curiosamente no tiene barandilla, lo que obligará a las madres a no perder de vista a sus pequeños.
Auditorio y Quiosco
Como todo parque que se precie, no podían faltar. La marquesina del anfiteatro servirá de escenario para espectáculos y como lugar de resguardo. Está formada por cinco pilares de hormigón sobre los que se apoya una pieza triangular de 45 metros de longitud. Un talud verde hace las veces de zona de audición. El kiosco, que recuerda a uno de los contenedores que durante años ocuparon esta zona, acoge un bar con una encantadora terraza bajo su pérgola.
Avenida de las Universidades
Aunque se abrió al público el pasado mes de diciembre, la inauguración oficial se celebró ayer. Situada en la ribera opuesta, ha supuesto la conversión de un vial rodado en un paseo de casi 6 kilómetros y un bidegorri, que conecta los ya existentes en Botica Vieja y Campo de Volantín.
La pasarela Pedro Arrupe
Une la Universidad de Deusto con el paseo. Con forma de libélula, une el nuevo paseo con la Avenida de las Universidades. Lleva el nombre de Pedro Arrupe, en honor del jesuita e insigne bilbaíno que llegó a ser Prepósito general de la Compañía de Jesús.
Está realizada en acero dúplex, un material que se utiliza por primera vez en el mundo para una obra de estas características. Su recubrimiento interior es de madera de lapacho, un material de origen tropical resistente a la intemperie. Aquel que la cruce tendrá la sensación de estar pisando la cubierta de un barco.
Su montaje e izado, que se realizó en verano, fue muy complejo dadas sus magníficas dimensiones: su estructura, de 140 metros de largo, está formada por 13 piezas de acero que pesan mil toneladas. Su anchura, 7 metros, hace que se conciba como «una auténtica calle» que desemboca en la Universidad de Deusto. Fue ideada por el ingeniero y arquitecto José Antonio Fernández Ordóñez, que falleció cuando el proyecto estaba en fase embrionaria. Entonces, fue asumido por su hijo Lorenzo.
Fuente: Ciudadanos / El Correo. Sábado, 29 de Marzo de 2003. Basado en un artículo de María José Tomé.
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2003-03-30, 09:55 | 11 comentarios |
> Cálculos a favor de la guerra <
Estos días atrás hemos venido dando vueltas en los Pasacalles de Gargantua al tema de los aviones que transitan nuestros cielos, camino de Bagdad, sembrando una cierta alarma sobre nuestras pecadoras conciencias colaboracionistas.
El caso es que he recibido un mensaje, de alguien que me ruega mantenga su anonimato (lo que, estimado amigo, puedes comprobar que cumplo), en el que se cuestiona si realmente el tema este de los aviones y de la guerra da para tanto.
Nuestro amigo es uno de esos ciudadanos, bilbaíno por más señas, que apoya la guerra en Irak y que lo único que pide es que se lleve a cabo con la mayor precisión posible, en el menor tiempo posible y con el menor daño colateral para la población civil.
Sus argumentos y razonamientos pasan, entre otras cosas, por considerar que lo menos que puede hacer Europa, en general, España, en particular, y Bilbao, en singular, es dar una mínima muestra de gratitud hacia quienes sembraron con las tumbas de sus compatriotas costas tan bellas como las de Normandía. Para nuestro interlocutor es de recibo reconocer el papel libertador que en las dos Guerras Mundiales jugaron esos yankis a los que nadie quiere tener cerca, menos cuando las cosas vienen mal dadas.
La verdad es que, aunque para un servidor de ustedes la guerra sea ética y humanísticamente reprobable e inaceptable, no puedo dejar de reconocer que a nuestro conciudadano le asisten sus bien fundamentadas razones para mostrarse favorable a dar cobertura al bando aliado, en su empeño de desmantelar el régimen irakí.
¿Pero es que acaso en época de Franco no había españoles dispuestos a sufrir las consecuencias, tras la Segunda Guerra Mundial, de una intervención aliada contra el régimen fascista a cambio de reinstaurar la República?, se pregunta mi interlocutor. ¿Acaso no hubo quien esperó y desesperó, en vano, por una intervención militar que nunca llegó a producirse pero que, caso de haberse dado, sin lugar a dudas hubiese contribuído a producir todo tipo de daños colaterales entre una población que a la sazón se encontraba ya bastante maltrecha, tras la confrontación entre el bando faccioso y el republicano? ¿Como es posible que ahora los descendientes políticos de los perdedores de la Guerra Civil Española - incivil, más bien, escribiría yo - le nieguen a la población iraquí aquello por lo que sus ancestros no hubiesen dudado en apostar, como solución al régimen dictatorial franquista?
Como soy de esas personas que creen radicalmente en la libertad de opinión y en la de expresión de las ideas, he decidido hacer caso a su solicitud y trasladar sus planteamientos del ámbito privado al público, con el único fin de dejar constancia de que también existe, en nuesta villa por lo menos, una minoría que apuesta abiertamente por la Guerra y abrir paso quizás, si ustedes lo desean, a un intercambio de opiniones sobre tan polémico tema..
Nuestro interlocutor aporta en su mensaje, entre otras cosas, unos datos aproximados del trasiego de armas y fuel habido estos días sobre nuestras cabezas. Así, según sus cálculos a favor de la guerra, hasta la fecha habrían pasado por nuestro espacio aéreo un total de 35 bombarderos estratégicos y sus respectivo aviones cisterna que, según la proporción de 5 KC-135 Stratotanker por cada 8 B-52 Stratofortress, daría la cifra de unos 22.
Dice que, si tenemos en cuenta que cada uno de estos aljibes volantes transporta una carga máxima de fuel de 90.719 Kg, tendríamos que, por nuestro cielo, ha paseado hasta la fecha aproximadamente una cantidad total de fuel de 1.995.818 Kg.
Igualmente, calcula que, si cada B-52 Stratofortress porta un arsenal compuesto de 51 proyectiles convencionales, 30 bombas CBU, 46 misiles crucero AGM, 12 misiles JASSM, 12 bombas de fragmentación JDAM y 30 bombas WCMD, lo que da un total de 321.500 kg de explosivos por cada bombardero, tendríamos que el armamento total que nos ha sobrevolado hasta la fecha sería de 1.785 proyectiles convencionales, 1.050 bombas CBU, 1.610 misiles crucero AGM, 420 misiles JASSM, 420 bombas de fragmentación JDAM y 1.050 bombas WCMD con un total de 11.252.500 kg de explosivos.
Según él, el riesgo de este trasiego es mínimo y es lo menos que debemos y podemos hacer en pro de los derechos elementales del pueblo iraquí.
Y, mientras tanto, a mí toda esta historia de las confrontaciones armadas como resolución de situaciones de conflicto me sigue pareciendo sencillamente una salvajada.
¿Quien de nosotros estará equivocado?
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2003-03-29, 08:56 | 45 comentarios |
> El circo de Trillo <
Nos comenta El Peaton del Aire que el Pasacalles de Gargantua del otro día le trae a la memoria el triste caso de Palomares. Desgraciadamente, al ministro de defensa Federico Trillo le debe de empezar a fallar la suya cuando es capaz de afirmar rotundamente que " la maniobra de reaprovisionamiento de fuel en vuelo de aviones de combate no reviste ningún riesgo para la población". O eso o sencillamente don Federico piensa que los ciudadanos somos lo suficientemente tontos como para tragarnos una mentira de semejante calibre.
El caso es que, mientras un navarrico afirmaba que él vio perfectamente con sus prismáticos como se realizaba la conjunción carnal entre los B-52 Stratofortress y sus cisternas KC-135 Stratotanker, el señor Trillo, en su comparecencia ante una comisión parlamentaria - que, recordemos, no es lo mismo que soltarlo ante los micrófonos de cualquier medio de comunicación - se intentaba quitar el paquete de encima con un " pudieron repostar o pudieron no hacerlo" pero que eso no venía a cuento. Y es que, al parecer, entre los miembros del gobierno del PP hay hasta quien se ha escandalizado porque los vascos hayamos denunciado el sobrevuelo de nuestras ciudades por los bombarderos aliados en lugar de preocuparnos por cosas de más enjundia como ETA. Qué cosas hay que aguantar cuando quienes detentan el poder no saben como escurrir el bulto ¿verdad?
Pues bien, al señor Trillo le falla la memoria y no recuerda que el 16 de enero de 1966, recién pasadas las 10 a.m., otro B-52 del Mando Aéreo Estratégico (SAC), cargado con cuatro bombas termonucleares MK-28 de 1'5 megatones (75 veces el de la bomba lanzada en 1945 sobre Hiroshima), colisionó con su KC-135 nodriza a 10.000 metros de altitud sobre la localidad almeriense de Palomares, provocando una de las mayores crisis atómicas de la guerra fría. ¿Quién no recuerda las imágenes de un Fraga Iribarne, a la sazón ministro de Des-Información y Turismo, en bermudas, chapoteando en el agua a sabiendas de que el verdadero desastre nuclear no estaba en el mar sino en tierra? (en esas 1700 toneladas de tierra contaminada que fueron removidas y embarcadas en contenedores con el máximo secreto y desinformación sobre la dosis de radioactividad, que posteriormente se sabría era superior en unas 200 veces al máximo permitido).
Tal parece que al ministro de defensa esta película no le suena y, a pesar de haber reconocido que desde el 1 de enero se ha producido el sobrevuelo de 27 bombarderos estratégicos y de 22 aviones de ataque al suelo, para él esto no entraña ningún riesgo. ¿Habrá que esperar a que se desplome uno sobre nuestras cabezas para verificar la existencia del mismo?
En fin, que donde manda convenio bilateral con los EEUU no manda marinero.
En ¿Estamos seguros?, apuntábamos débilmente a la posibilidad de que los ayuntamientos de Bilbao, Iruña y Barcelona pidiesen cuentas del trasiego de bombarderos y declarasen el espacio aéreo de nuestras respectivas ciudades como " espacio aéreo desmilitarizado". Un servidor tenía ya pensado remitir la propuesta a nuestro ayuntamiento y hasta había recabado algunas direcciones de e-mail en las que hacerlo (direcciones que gustosamente apuntaremos al pie de este Pasacalles por si alguno de ustedes quiere hacerles llegar su opinión o su apoyo sobre este asunto) pero, por esta vez, nuestra institución municipal se ha adelantado a nuestros deseos y ha decidido, a convocatoria del propio alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna, protestar enérgicamente, eso sí con el voto en contra de los concejales del PP, por el riesgo que entrañan las maniobras de los B-52 sobre el espacio aéreo bilbaíno.
Nuestros ediles incluso han decidido ir más allá y pedir al gobierno Aznar que se depuren las responsabilidades pertinentes y que desista de su apoyo y participación en la guerra de Irak. El acuerdo municipal pide además que, con carácter inmediato, se prohiba el vuelo de aviones de guerra por encima de Bilbao y de cualquier otra población. En el próximo pleno, a instancias del grupo de ediles socialistas, se pretende exigir una investigación destinada a averiguar la identidad de quienes han autorizado la travesía y el repostaje en vuelo.
Si les interesa mi opinión, debo decirles que me muestro absolutamente escéptico sobre la practicidad de todas estas declaraciones de principios, manifestaciones institucionales o deseos de aclaración. La verdad es que ni tan siquiera creo que lleguemos, en un plazo prudencial de tiempo, a enterarnos de si de verdad repostaron sobre nuestras cabezas, haciendo gala de un absoluto desprecio por nuestra seguridad, o de si tan solo pasearon sobre nuestros techos, con sus barrigas cargadas de bombas de última generación, caminito de Bagdad. Al fin y al cabo, tan sólo hay que fijarse en cuantos años han debido de pasar hasta haber obtenido confirmación de que en Palomares aquella mañana de invierno repostar en el aire, a pesar de lo que diga Federico Trillo, sí que fue peligroso.
NO A LA GUERRA. NO CON MI SILENCIO. NO SOBRE MI CABEZA
Y, por supuesto, TAMPOCO A SADAM
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2003-03-27, 21:21 | 11 comentarios |
> ¿Estamos seguros? <
Éramos pocos y parió la abuela, afirma la expresión popular ante aquellas situaciones en las que uno descubre que siempre puede haber algo peor.
Pues bien, la que hoy vamos a relatar en estos Pasacalles de Gargantua es una de esas ocasiones.
Resulta que uno se pone tan ricamente a desayunar por la mañana - un nutritivo café con leche acompañado de su pertinente croissant a la plancha - y, mientras lee el periódico, se entera de que sobre su cabeza, con nocturnidad y alevosía, se están paseando unos pajarracos de mal agüero, cargados de misíles y bombas con destino a Bagdag.
El titular del periódico el País nos anunciaba:
"Los B-52 que bombardearon Bagdag repostaron en vuelo sobre Bilbao, Pamplona y Barcelona".
Al parecer ocho de estos bombarderos B-52 Stratofortress, popularmente conocidos como "fortalezas volantes", se pasearon sobre nuestras cabezas el pasado viernes, cargaditos de "regalos" para la población iraquí. Según los entendidos transportaban unas 30 toneladas de carga entre bombas y misíles, destinados a "Impactar y provocar Pavor" al régimen de Sadam (me gustaría conocer a los creativos que suelen discurrir nombres tan ingeniosos como ese de operación "Impacto y Pavor" o el de "Consternación y no recuerdo bien que otra chorrada").
El caso es que, durante la tarde del viernes, Bilbao estuvo viendo su espacio aéreo transitado por estos ángeles de la muerte y por cinco aviones cisterna KC-135, sin que nosotros, ilustres y nobles villanos, tuviésemos la menor noticia de ello.
Según cuentan las fuentes del País, la escuadrilla estaba formada por ocho de estas máquinas de arrasar, llegando a la vertical de Bilbao a eso de las 13 horas. El último de los B-52 lo haría media hora más tarde, prosiguiendo su ruta por la aereovía civil que atraviesa la península de norte a noreste, sobrevolando Iruña y Barcelona. Los bombarderos, que tardaron aproximadamente una hora en recorrer los 500 kilómetros que separan Bilbao de Barcelona, volaron a una altitud de 23.000 - 26.000 pies (entre 6.900 y 7.800 metros). Con una velocidad de navegación media de 480 nudos (828 kilómetros por hora) a eso de las siete de la tarde estaban ya sobre Bagdag descargando su acumulación de pavor y consternación.
Lo más interesante de esta historia es que los aparatos de marras salieron con poco fuel en sus depósitos, lo que según los entendidos les permitió cargar más petardos en sus bodegas pero les obligó a tener que reabastecerse antes en vuelo de los 118.000 litros de fuel que transportaban cada uno de los KC-135 que les acompañaron.
Tal parece que los muchachos de la Fuerza Aérea de EEUU estaban apurados con eso de ir a soltar cuanto antes su carga y, en lugar de bordear la Península y reabastecerse sobre el Atlántico o el Mediterráneo, decidieron que era mucho más cómodo atravesar núcleos densamente poblados y rellenar sus depósitos, con el peligro que este tipo de maniobras acarrea, sobre zonas pobladas (algo que no se le permite hacer habitualmente a los aviones del ejército español).
De cualquier modo, no debemos preocuparnos. Según el portavoz del Ministerio de Defensa consultado, que seguro que de estas cosas sabe un huevo: "Oficialmente los B-52 no hicieron reabastecimiento sobre territorio español".
¿A que no les tranquiliza demasiado?
Por mi parte, considero que no estaría de más que los alcaldes de los ayuntamientos implicados solicitasen una explicación oficial, en toda regla, de esta actuación y que, de paso, hiciesen una declaración conjunta de "Municipios con espacio aéreo desmilitarizado". Seguro que no vale para nada pero que no sea por no decirlo.
Fuente: España - Guerra en Irak / El País. Domingo, 23 de Marzo de 2003. Basado en un artículo de Miguel González.
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2003-03-24, 10:01 | 12 comentarios |
> ¿Convocatoria de los Premios Stella en Bilbao? <
Tras la historia de Mónica y el caco, remunerado por la justicia, se encierra una experiencia, desgraciadamente, demasiado habitual en nuestra sociedad. Una experiencia de esas que producen sentimiento de indefesión en el ciudadano y pérdida de confianza en el sistema.
Sin embargo, uno de nuestros lectores y buen amigo (hay que agradecer a los buenos amigos el que se tomen la molestia de leer nuestras paridas de los Pasacalles de Gargantua), me recuerda que existe un premio en los EEUU, destinado precisamente a mostrar lo estúpido y ridículo que puede llegar a ser el sistema legal. La idea que me propone es que traslademos estos premios a Bilbao y que decidamos anualmente su entrega virtual a aquellas actuaciones más ridículas habidas en nuestra villa.
Por ir dando una idea de qué va la historia esta de los Premios Stella y de su posible pertinencia, paso a pegar a continuación el texto cuya existencia me ha sido recordada por Juantxo.
Los premios Stella son unos premios que se dan anualmente en Estados Unidos para poner en evidencia su ridículo sistema legal. Estos premios llevan el nombre de Stella Liebeck, la cual, en 1992, a la edad de 79 años, sufrió un accidente en un McDonalds al caérsele por encima el café produciéndole diversas quemaduras de consideración; fue indemnizada con 2.9 millones de dólares (unos 580 millones de aquella peseta tan maja que teníamos).
Desde entonces, en las tazas de café advierte de que el contenido está muy caliente y de su peligro.
Desde entonces también se otorga un premio de carácter anual a esos casos difíciles de entender, pero tan reales y duros como la vida misma.
Quien dude de su realismo puede acudir a www.stellaawards.com
ENERO DE 2000
Kathleen Robertson de Austin (Tejas) fue indemnizada con 780.000$ por un jurado después de romperse un tobillo después de tropezar y caerse por culpa de un niño que estaba corriendo en una tienda de cocinas. Los dueños de la tienda se sorprendieron al ser obligados a pagar dicha cantidad, mas aún al saber que el niño que tan mal se había comportado era el hijo de la señora Robertson.
JUNIO DE 1998
Carl Truman, de Los Angeles y de 19 años, ganó 74.000$ y los gastos médicos cuando su vecino pasó por encima de su mano con el coche, un Honda Accord. Carl Truman aparentemente no se dio cuenta de que había alguien al volante del coche cuando se puso a robarle los tapacubos (que sí que sí, que así son los Yankies)
OCTUBRE DE 1998
Terrence Dickson, de Bristol, Pennsylvania, estaba abandonando una casa justo después de acabar de robarla, y decidió salir por el garaje. No fue capaz de salir por la puerta del garaje porque estaba rota, y al intentar volver a la casa se dió cuenta de que la puerta que conectaba ambas estancias era de un único sentido y no podía salir o volver a la casa.
La familia estaba de vacaciones, y el señor Dickson se encontró encerrado en el garaje durante 8 días.
Para sobrevivir, lo hizo a base de Pepsi y un enorme saco de comida para perros que encontró. Denunció al dueño de la casa por los daños morales sufridos por aquel incidente, y el jurado accedió a situar la indemnización del propietario al ladrón en medio millón de dólares (unos 100 millones de pesetas, damas y caballeros)
DICIEMBRE DE 1997
Kara Walton de Claymont, Delawere, denunció con éxito al propietario de un pub nocturno de la ciudad cuando ella se cayó desde la ventana del baño al suelo y se rompió los dientes contra el suelo. Esto ocurrió mientras la señorita Walton intentaba colarse por la ventana del baño de mujeres para no pagar la cuenta de 3,50 dólares.
El propietario tuvo que pagarle 12,000$ y gastos dentales.
MAYO DE 2000
Un restaurante de Philadelphia tuvo que pagar a Amber Carson de Lancaster, Pennsylvania, 113,500$ después de que resbalara con un refresco y se rompiera el coxis. Dicho líquido estaba en el suelo porque ella se lo había lanzado a su novio media hora antes durante una pelea.
OCTUBRE DE 1999
Jerry Williams, de Little Rock, en Arkansas, tuvo que percibir 14,500 $ más los gastos médicos después de ser mordido en el culo por el perro de su vecino. El perro estaba en una jaula dentro del jardín de su propietario encerrado. La indemnización fue menor al percibir el jurado una cierta provocación en el hecho de que el señor Williams estuviera disparándole al perro desde arriba de la jaula con una pistola de bolas.
Y EL MEJOR DE TODOS ES:
Mr. Merv Grazinski, de Oklahoma City, en Noviembre de 2000 se compró una caravana marca Winnebago de las grandes (de las que son a la vez coche y caravana). En su primer viaje, estando en una autovía, seleccionó una velocidad de crucero a 70 millas por hora (unos 120 kph) y se fue a la parte de atrás a prepararse un café. No sorprende el hecho de que el camión/caravana se saliera de la carretera y colisionara. Mr. Grazinski contrariado denunció a Winnebago por no advertirle en el manual de uso de que actualmente el no podía hacer eso.
Por ello, fue recompensado con 1,750,000$ más una nueva caravana.
Actualmente, Winnebago advierte de tal circunstancia en sus manuales, en el caso de que algún otro imbécil compre uno de sus vehículos)
Espero sinceramente que Mónica Gómez y quienes son habitualmente maltratados por las sentencias de la injusticia lean este texto y comprueben que, en el fondo, siempre puede ser peor.
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2003-03-22, 22:21 | 30 comentarios |
> ¡Socorro, que me roban! <
Mónica Gómez es una bilbaína emprendedora, una mujer que tiene una tienda de ropas en Gregorio de la Revilla, una de las calles del centro de nuestra villa, en la que proliferan los pequeños negocios.
El caso es que Mónica nos cuenta hoy su historia en uno de estos Pasacalles de Gargantua porque ¡creánme amigos! su relato merece ser escuchado.
Resulta que a Mónica le roban en su tienda de ropa. Y no le roban una, ni dos, sino tres veces en menos de un año y claro eso encabrona al más pintado, sobre todo si al hecho de que a uno le levanten los ladrones el producto de su esfuerzo se une la incompetencia de los organismos públicos y de las instancias judiciales para resolver, adecuadamente, su problema.
El último robo, nos cuenta Mónica que fue cometido el pasado 8 de enero. En esta ocasión, el amigo de lo ajeno no se complicó demasiado la vida, ni se anduvo con demasiados remilgos, para realizar con un mínimo de profesionalidad su trabajo de pirata.¡Que va! El tipo "salao" se apropió de la tapa de una alcantarilla cercana y, directamente, la emprendió a golpes contra la luna del escaparate hasta conseguir romperla y hacerse, a través del boquete, con la caja registradora. ¡Un verdadero artista del latrocinio, vamos!
Hasta aquí nada fuera de lo común, nada que se salga de lo habitual en la vida de un honrado comerciante, si no fuera por lo que nos relató a continuación.
El caso es que la caja registradora apareció, esa misma noche, abandonada en el Barrio de Mazustegui, vaciada de su contenido y con manchas de sangre. Al poco la policía detuvo a un tipo sospechoso que, además de llevar cortada la mano, tenía en el bolsillo casi la misma cantidad que se encontraba en la caja registradora: a saber, 275'40 euros, unas 45.823 pesetillas de las de antes.
Se me olvidaba. En el momento de la detención, realizada en la Plaza Aita Donosti, el sospechoso se apeaba de un coche robado. Así que se inició el proceso habitual de detención, puesta a disposición judicial y... el magistrado de guardia que va y decreta su inmediata puesta en libertad. Como pueden ver, nada fuera de lo habitual.
Nuestra amiga comerciante interpuso la oportuna reclamación, ante el Juzgado de Instrucción nº 5 de Bilbao, con el fin de que se le devolviese el dinerillo que, además de presuponerse que era suyo, para llegar a fin de mes no le viene nada mal a nadie.
Sin embargo, como dice el cuento, otros se comieron las perdices y a Mónica le dieron con el plato en las narices.
Dejemos que nos lo cuente la interesada.
Resulta que el juez consideró que no se le podía imputar el robo, al tipo que detuvieron cuando se apeaba del coche robado, y decidió archivar el caso. El buen hombre podía haber ordenado la apertura de diligencias y quizás la realización de alguna prueba forense, como un pequeño análisis de comparación de ADN entre la sangre del roba coches y la de la caja registradora o quizás la realización de un informe sobre cierta huella dactilar que había quedado, perfectamente impresa, sobre el escaparate destrozado de la tienda de Mónica. Una huella dactilar sobre la que, todo hay que decirlo, trabajó toda la noche un equipo de la policía científica de la Ertzantza.
Claro que el juez decidió, según parece, que no merecía la pena complicarse demasiado la vida y que, total por 275'40 euros - teniendo en cuenta que eso para un juez es calderilla - para qué tomarse todo ese trabajo.
Pues bien, los indicios aportados no han resultado ser suficientes para mantener abiertas las diligencias y, ni corto ni perezoso, el juez decidió convocar al presunto caco ¿a que no adivinan para qué? Pues sí señores y señoras ¡para devolverle los 275'40 euros que le habían sido decomisados!
Coge el dinero y corre debió de pensar nuestro atracador de la alcantarilla.
A Mónica la cosa le ha salido cara. Hasta la fecha 1 kilo de los de antes por los tres robos y además, al haber denunciado el robo, un importante retraso en el cobro del seguro.
Nuestra amiga confiesa haber aprendido la lección y que hay que llamar siempre a la policía pero ¡para que no acudan!
¿Menuda historia verdad? Pues no acaba ahí la cosa.
Ahora resulta que a Mónica, esa joven bilbainita emprendedora y autoempleada, le envía el Gobierno Vasco una cartita, a través de su Departamento de Interior, para informarle de que si vuelve a dar una "falsa alarma de robo" (según ellos sería la tercera) piensan multarle con la bonita suma de 3.000 euros, lo que al cambio en moneda extinta supone casi el medio kilito (499.158 ptas).
Lo mejor de todo es que a Mónica, como a cualquier otro comerciante, estoy por apostar que puntualmente le cobran - con el correspondiente recargo, si se retrasa en el pago - sus impuestos de radicación, de actividades económicas, de sociedades, patrimoniales, IRPF, etc...
¿Verdad que parece kafkiana esta historia?
Pues ya saben amigos que la realidad no dejará nunca de sorprendernos, sobre todo a la pobre Mónica Gómez, conciudadana autoempleada, a la que envío desde aquí mi más sincero pésame por la ineptitud de las autoridades que nos toca copadecer.
Fuente: Ciudadanos / El Correo. Martes, 11 de Marzo de 2003. Basado en un artículo de Ainhoa De Las Heras
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2003-03-22, 08:56 | 14 comentarios |
> Primer día <
Hacía tiempo que venía retrasando la apertura de estos Pasacalles de Gargantua; relatos que no tienen otra pretensión intelectual más que la de realizar una crónica, basada su selección mayormente en el talante de un servidor, de las Historias que acontecieron y acontecen por la Villa de Bilbao - de las que aún han de acontecer obviamente, como bien sabe cualquier mente sensata, no respondo ni dispongo.
La de hoy, sin embargo, no deja de ser una situación especial. Y cuando digo especial no lo digo por extraña, pues desgraciadamente continúa siendo habitual entre los hombres el empleo de la violencia, encaminada a la eliminación de aquellos otros homínidos con quienes disputamos ideas, recursos o, inclusive, gratificación sexual. Digo, sencillamente, que la de hoy es extraordinaria porque, afortunadamente, no todos los días se inicia una guerra.
La crónica de este primer pasacalles nace,
por consiguiente,
bajo la sombra de las alas
del águila carnicera
y,
aunque se abata la muerte
sobre las calles de una ciudad lejana,
tantas veces lo hizo antes
sobre esta
que no puedo pasar
sin dejar
constancia
de que en Bilbao también
nos manifestamos
en contra de la guerra
y
de los tiranos.
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2003-03-21, 01:58 | 15 comentarios |
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